Texto. Reflexión. Aves. Mundos. Poéticas. Belleza. Vientos. Artista. Azul. Espacio. Mirada. El hombre. Música. Espacio.

Miguel Lescano
Ecos de búsquedas y espacios minimalistas en el poema Los pájaros emigran de Javier Sologuren.

(Ilustraciones del autor)

I.

El verso Los pájaros emigran (148) de Javier Sologuren escrito en una hoja de papel de esquina a esquina, asciende como un disparo hacia el infinito. Es un hecho. Recorre un vórtice sin final. Se dirige a una esquina sin memoria. Dirección ascendente. Hacia una dirección infinita. Hacia el sol. Es un verso proyectivo. En la hoja de papel el verso Los pájaros emigran vuela oblicua. Hacia tu mirada. A destrozar tus ojos. Surca el cielo gris de Lima. Deja marca indeleble en la percepción. Se convierte en dos espacios minimalistas por donde viajar. ¿Dos universos paralelos? ¿Dos espejos que no reflejan nada y todo a la vez? Los pájaros de metal divagan como ascensores de cristal en imaginarios desdenes. Rudolf Arnheim define que “todo contorno separa dos zonas contiguas” (97). ¿Será un mundo por descubrir? ¿Un beso invisible que apuntalar? La línea que traza el verso suena como un eco. Sin sonido. Sin pensar. Se abstrae. Recorre la ciudad en el papel de arena. Puntualiza desdenes de políticos. Hiere miradas. Es geometría de goma. Es hablar con tres personas que no escuchan.

II.

Thelonious Monk se sienta en su piano. Pone sus dedos sobre los teclados y toca en silencio. El silencio es una bomba que explota. Nadie sabe nada. Solo se escucha música disonante. Como línea ascendente. Como susurro de vida. La poesía es la búsqueda de espacios. Sombras que se pierden en edificios. El espacio se hace lineal. Inasible. José María Eguren lo describe como crear una “Alameda de rectángulos azules” (144).

El color azul es eterno. El verso inmortal. Sologuren suelta sus aves en primavera. Rasga la mente del inquilino. ¿Vuelos qué buscan anhelos? ¿Buscan más música? Dios castigará los silencios. Por ello, el poeta Sologuren, lanza granadas de aves al abismo memorial. Iracunda medida de desacuerdo. Escisión. Incertidumbre de muerte.

La música disloca espacios. Susurra la vida en erial placebo. Las aves se pierden en tu mirada inverosímil. Los pájaros emigran es un verso que desciende y asciende en procaz cautela. No dice nada. Sólo parte hacia ti. Pero evoca una despedida. Un adiós. El poeta se despide del horizonte.

III.

¿El mundo es cuadrado? ¿El horizonte es una línea? Elie Angles desea saber si las aves surcan esperanzas o crean un mundo nuevo. Se pregunta “No entiendo / por qué tiendo a pensar / que toda línea RECTA es CORRECTA” (39). La vida no necesariamente es un remanso de sol. Hay que marcar divisiones objetivas en invisibles conatos de guerra. El Perú es un campo de batalla. Por ello, las aves de Sologuren buscan espacios abstractos de soledad y donde vivir hidalgamente. La línea traza un camino sustancial. Frustrante. En estos días de pandemia mundial. Si pasas la línea de la cordura, mueres. Cuidado con el corazón que late a gotas. El aleteo de las aves que surcan los cielos lo saben. Saben que morirán sin música. Vivirán con melodías de piano. Intocable.

IV.

Silente la línea crea mundos. Mundo en un orden perfecto. Los pájaros emigran al norte, ellos lo saben. Se desplazan repartiendo sueños y pesadillas. Síntomas. Agua tibia en este cruel invierno de mariposas rojas. Se convierte en estética medieval. Joseph Kosuth no cree en extraterrestres. Pero afirma que “las cuestiones empíricas son todas hipótesis que pueden ser confirmadas o desacreditadas por la experiencia sensorial real” (43). Hoy miras el infinito que se divide en dos. Vida y muerte. Se inicia un camino a recorrer. El poema de Sologuren es una línea. Pájaros azules que se desplazan para crear. ¿Es vida o es muerte? ¿Serán las dudas de políticos que miras dentro de ti? El robo de las riquezas simbólicas no morirán. En el devenir encontrarás la geometría perfecta. La luz jade. Amarás eternamente el punto distante. Oquedad donde el ave quiebra el espacio poético.

V.

El verso Los pájaros emigran de Sologuren publicado entre los años 1973- 1975. Surcan el tiempo. Espacio doble marcado de proyección. Plataforma que la configura simbólicamente en una obra de arte autónoma. Lo visual se contrae para ser lanzada como proyectil. Si no hay objeto poético que se quiebre, no hay reflexión. En el ensayo El verso proyectivo publicado por Charles Olson en la revista Poetry New York, No 3 en 1950, manifiesta:

Es en este sentido que el acto proyectivo, que es el acto del artista como parte del campo más amplio de los objetos, conduce a dimensiones que exceden a las del hombre. Porque el problema del hombre, en el momento en que se compromete de lleno con el discurso, es darle seriedad a su trabajo, una seriedad suficiente para lograr que la cosa que él hace intente ocupar un lugar al lado de las cosas de la naturaleza (382).

Los seres emplumados de Sologuren vuelan hacia otros mundos. El poeta las define como rayos que caen en Lima mágicamente. Saetas con movimiento y sonido. Un fluxus de pasión. Un signo de amor. Las aves, van en dirección al corazón de dios. Pretende herir la susceptibilidad. Se trasladan en la percepción del humano. Ampliando así el campo interdisciplinar de la aurora. Juan Ferraté también mira las aves de Sologuren. Escribe que “la función del signo en la obra de arte es compleja y alcanza profundidades insospechables” (15).

Referentes:
Angles, Elie. ANTIHORARIO. Lima: Cono Norte Ediciones. 2020. Arnheim, Rudolf. Hacia una psicología del arte. Madrid: Alianza Editorial. 1986.
Eguren, José María. Obra Poética Completa. Lima: Editorial Milla Batres. 1974.
Kosuth, Joseph. Escritos (1966-2016). Santiago de Chile: Ediciones Metales Pasados. 2018.
Olson, Charles. Recuperado de: https://www.academia.edu/8320597/ Verso_Proyectivo_de_Charles_Olson_Traducci%C3%B3n_ introducci%C3%B3n_y_notas
Sologuren, Javier. VIDA CONTINUA. Valencia: PRE-TEXTOS. 1999. Ferraté, Juan. TEORÍA DEL POEMA. Barcelona: Editorial Seix Barral. 1957.